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La Sombra del Abuelo - Parte 3

  El sol, ya un disco sanguíneo y agonizante, se hundía detrás de las colinas, tiñendo el río de tonos púrpura y oro que se reflejaban en las lágrimas secas de Eugenia. Estaba de rodillas en la orilla, la arena húmeda empapando la tela fina de su vestido de flores, un estampado alegre y juvenil que contrastaba grotescamente con la pesadilla que ahora era su realidad. El sabor de Javier aún persistía en su boca, una mezcla salobre y metálica que le recordaba cada instante de la violación, pero también, de forma confusa y aterradora, la intensidad brutal de un placer que no había pedido sentir. Era una amargura que se le había quedado pegada al paladar, al alma.  Él permanecía de pie frente a ella, una silueta imponente contra el cielo crepuscular, observándola con la calma de un predador que sabe que su presa ya no huye. No había necesidad de prisas ni de fuerza bruta ahora. El control era más sutil, más profundo. Se alimentaba del miedo, de la vergüenza y de esa semilla de con...

La Sombra del Abuelo - Parte 2

  El mundo de Eugenia se había reducido a la superficie áspera de la sábana bajo sus dedos, a la humedad fría de sus propias lágrimas secándose en las sienes y al peso aplastante de un cuerpo que ya no sentía como suyo. Aunque las ataduras habían sido deshechas, una parálisis química, pesada y viscosa, la mantenía clavada en el colchón. Podía parpadear, podía respirar con un jadeo leve y entrecortado, pero sus extremidades eran de plomo, sus músculos se negaban a obedecer las órdenes desesperadas que su cerebro les gritaba. "Levántate", "Huye", "Grita", pero todo quedaba en un murmullo interno, en un pánico encapsulado en una carne inerte. El olor a él, a sudor, a tabaco caro y a un perfume amaderado y viejo, impregnaba las almohadas, se le metía en la nariz, era la prueba olfativa de la violación.  Sus ojos, vidriosos y desenfocados, recorrían el techo de madera de la cabaña, siguiendo las vetas de las vigas que parecían arañar el cielo raso. La luz de la...

La Sombra del Abuelo - Parte 1

  El sol comenzaba a caer sobre el pueblo, tiñendo el cielo de tonos dorados y anaranjados que se reflejaban en las aguas tranquilas del río. Javier Alonso caminaba lentamente por la orilla, sintiendo la arena húmeda bajo sus zapatos de cuero gastado. Su pelo blanco, peinado con elegancia a pesar de los años, brillaba bajo los últimos rayos de luz. A sus sesenta años, aún mantenía una presencia imponente: alto, de espalda recta, con ojos oscuros que escondían un pasado lleno de secretos y sombras. Había regresado a ese lugar después de décadas, un sitio que guardaba recuerdos de juventud, de excesos y de una mujer que alguna vez había moldeado a su antojo.  Mientras caminaba, su mirada se detuvo en una figura solitaria más adelante. Una joven, apenas una muchacha, sumergida hasta las rodillas en el agua. Su silueta era esbelta, con curvas delicadas pero definidas, el bikini ajustado revelando una piel dorada por el sol. Su cabello largo, aún húmedo, caía sobre su espalda como ...

Bajo las Reglas del Decano - Parte FINAL

  El aire en la oficina del decano olía a colonia barata, a papel envejecido y a sexo. Oxana yacía desnuda sobre el escritorio, sus piernas abiertas en un ángulo obsceno, sus muslos temblorosos todavía brillantes por el sudor y los fluidos acumulados. El decano, con su cuerpo flaco y arrugado, se movía entre sus piernas con una energía sorprendente para un hombre de su edad, cada embestida haciendo que el pesado escritorio de roble chirriara bajo su peso combinado.  "Más fuerte... por favor, más fuerte."  La mente de Oxana ya no luchaba contra estos pensamientos. Donde antes había vergüenza, ahora solo había un hambre voraz, una necesidad que quemaba sus entrañas y nublaba cualquier otro instinto. Hacía cuatro meses que casi perdía la beca, cuatro meses desde que el decano le había ofrecido ese "acuerdo especial". Dos meses atrás, sus notas habían mejorado lo suficiente como para asegurar su permanencia, pero para entonces ya era demasiado tarde. Su cuerpo ya no le ...

Bajo las Reglas del Decano - Parte 2

  El amanecer llegó con una crueldad silenciosa, filtrándose entre las cortinas de la habitación de Oxana como un recordatorio de que la noche anterior no había sido una pesadilla. Cada movimiento le provocaba un dolor agudo, una quemazón interna que le recordaba las embestidas brutales del bibliotecario entre las sombras de la biblioteca. Pero más que el dolor físico, era la humillación lo que le corroía por dentro.  "Disfruté. Dios mío, disfruté."  Esa verdad la atormentaba. Podía mentirse a sí misma, decir que solo lo había soportado, pero su cuerpo había traicionado cada uno de sus principios. Los gemidos que habían escapado de sus labios, la forma en que sus músculos se habían tensado en placer… no había forma de negarlo. Se frotó los ojos con furia, como si pudiera borrar la memoria de sus propias reacciones.  —Basta —murmuró en voz alta, clavando las uñas en sus palmas—. Hoy empiezo a cambiar esto.  Con determinación, se levantó, ignorando el escozor entr...